Centro de Salud Vedruna de N’Djili: testimonio de amor, fe y esperanza en medio del dolor

El 7 de abril se celebra el Día Internacional de la Salud: una jornada establecida por la Organización de las Naciones Unidas desde 1950, fijada en esta fecha para conmemorar la constitución de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Cada año, el 7 de abril se dedica a una temática; en 2025 el lema es “Comienzos saludables, futuros esperanzadores”, ya que se pone el foco en la salud y bienestar de la madre y el recién nacido. 

Con este motivo, hoy compartimos el testimonio de la Hna. Florence Kupay y su experiencia de misión en el Centro de Salud Vedruna de N’Djili, en la República Democrática del Congo. 


“Quisiera abrazar todas las necesidades de los pueblos”

Santa Joaquina de Vedruna, en “Fuentes I, Relaciones”, José Estrada

Comienzo con esta frase de nuestra madre fundadora para expresar mejor la importancia de nuestra presencia en el centro. El Centro de Salud Vedruna fue fundado el 26 de febrero de 2016 por las Hermanas Carmelitas de la Caridad Vedruna en N’Djili, República Democrática del Congo. Es un centro sanitario para ayudar a la población local, en una zona remota y un barrio superpoblado. 

El objetivo del centro Vedruna es ofrecer asistencia sanitaria de calidad a un coste asequible a los más pobres entre los pobres. Los médicos colaboran con todo el equipo sanitario de cada departamento. Sobre todo, damos prioridad a los más indigentes: funcionamos ante todo para salvar vidas, y el dinero viene en segundo lugar.  Esto es lo que nos diferencia de otros hospitales. Damos testimonio de amor, fe y esperanza en medio del dolor, y respetamos la vida y la dignidad de cada persona.

Nuestra presencia al servicio de la salud no consiste sólo en atender a los enfermos, dirigir los partos, vacunar a los recién nacidos y realizar la consulta de atención prenatal, sino también en ayudar a los enfermos a descubrir el sentido cristiano del sufrimiento. Tenemos una mirada atenta para cada paciente, y dedicamos nuestro tiempo a atender las necesidades de cada persona según su gravedad o necesidad. 

Siendo el centro nuestro, nos sentimos libres de hacer gestos de generosidad según nuestra capacidad para llevar a cabo nuestra misión y transmitir nuestro carisma, que es la gloria de Dios y el bien del prójimo. Hacemos todo lo posible para que los pacientes que acuden a nosotros sientan la diferencia en nuestra forma de acogerlos, tratarlos y trabajar con ellos.  En resumen, humanizamos nuestra asistencia.  Las personas que acuden a nosotros están contentas con el servicio que les prestamos.

Hna. Florence Kupay, ccv