Jóvenes profesas creciendo en Cristo y comunidad

Como joven de la comunidad Vedruna de Bata, en Guinea Ecuatorial, recientemente pude asistir a una sesión de Mater Christi en Gabón, cuyo tema principal fue la formación de las jóvenes profesas. Mater Christi es una subcomisión de las Comisión de Formación de la Conferencia de Superiores Mayores de Gabón (COSMAG).

El objetivo de esta formación es ayudar a las jóvenes profesas a tomar conciencia de su comportamiento frente a los obstáculos y de su vida de mujer consagrada. Durante la semana que duró la formación, trabajamos en 12 unidades que nos permitieron profundizar nuestra reflexión de jóvenes profesas. 

Por ejemplo, en la primera unidad, hablamos de la persona y su dinamismo: cómo podemos reconocer a través del comportamiento de la persona sus afectos, necesidades y deseos.  Nosotras, como jóvenes profesas, debemos tener autocontrol para vivir mejor en la comunidad. Hay veces que sufrimos porque no nos tomamos el tiempo de mirar dentro de nosotras para ver cuál ha sido mi actitud hacia mi hermana o situación. También observamos cómo reaccionamos ante los obstáculos: defensa, injuria y transgresión… Ante esto, necesitamos saber gestionar nuestras emociones, dejándonos acompañar, compartir y perdonar, y esto ya nos lleva por el camino de la maduración, ya que aprendemos a relativizar las cosas… Siguiendo el ejemplo de Cristo, que es el valor de los valores, sabiendo hacer la opción en nuestra vida del desprendimiento por el reino de los cielos. 

En la formación, también hablamos de la persona consagrada, configurando en nuestra imagen a Cristo allí donde estemos, y testimoniando su presencia viviendo nuestros tres votos. El don de Cristo obediente, haciendo siempre la voluntad de su padre: nosotras también como jóvenes profesas debemos dejar hacer la voluntad de nuestros dirigentes. Como Cristo casto y pobre, se nos han dado los medios humanos y cristianos que pueden ayudarnos a avanzar en nuestras vidas. 

También resaltamos la importancia de la formación: por eso tenemos que dejarnos educar. Esto implica el olvido de una misma, para hacer lo que la congregación necesita, no lo que nosotras queremos. Y la importancia del acompañamiento, la apertura, la confianza en la persona que nos acompaña, para terminar.

Hna. Rosette Kazunga, ccv