El año 2024, en vísperas del Jubileo Ordinario 2025, ha sido dedicado a la oración. Entre las muchas plegarias que hemos elevado a lo largo de este tiempo, hoy damos espacio a una especial, que constituye el lema de la VIII Jornada Mundial de los Pobres:
El XXXIII domingo del Tiempo Ordinario, se dedica desde 2016 a la Jornada Mundial de los Pobres: una cita obligada para toda la comunidad eclesial, en la que se anima a los creyentes a tomar conciencia de la presencia y necesidad de los pobres. Constituye una ocasión excelente para impulsar proyectos que ayuden a las personas en situación de pobreza, y agradecer, reconocer y apoyar a los voluntarios que trabajan en ellos.
Desde siempre, la pobreza fue un elemento central en el carisma de Santa Joaquina, como expone la Hermana Yolanda Moreno en el Cuaderno CCV 9. En el texto cuenta que, en el día de la fundación de la congregación, Santa Joaquina entregó la última moneda que le quedaba a un pobre: un gesto elocuente, que demuestra cómo la fundadora siempre abrazó la pobreza.
En armonía con esa vinculación tan profunda de Santa Joaquina con los pobres, nos unimos a la comunidad eclesial con la siguiente oración:
Ayúdanos a cambiar, Señor,
para mirar las cosas, el mundo, la vida
con tu mirada y desde tus ojos.
Sana nuestras cegueras que nos impiden ver
el dolor y el sufrimiento de los que caminan al lado,
de los que viven en nuestro mundo, bajo nuestro mismo sol.
Sacude nuestro corazón para que aprendamos a ver
con los ojos llenos de Evangelio y Esperanza de Reino.
Corre ya el velo de nuestros ojos
para que, viendo, podamos conmovernos por los otros,
y movernos desde lo profundo del corazón,
para acudir a dar una mano, y la vida toda,
a los que están caídos y rotos en las cunetas de los caminos,
a los leprosos de hoy día,
a los que esta sociedad injusta
ha tirado a un costado porque no cuentan,
o no interesan,
o no son rentables a las leyes del mercado.
Ayúdanos Señor
a ver,
y a cambiar…
a verte
y a optar…
a utilizar esa mirada maravillosa
que nos dejaste para mirar el mundo, la realidad, la vida:
la mirada del Evangelio,
para ver con tus ojos de Dios,
para sentir con tu corazón compasivo,
para actuar llevados por la fuerza
y el fuego comprometido de tu Espíritu,
para hacer posible, ya aquí en la tierra,
el mundo nuevo que esperamos,
el Reino de los cielos.
Así sea.
Fuente: Cáritas Valladolid