“Si cerramos nuestros ojos y oídos, si permanecemos inertes a la realidad de la trata de personas, seremos cómplices”
Papa Francisco
El 30 de julio, Día Mundial contra la Trata de Personas, es la fecha señalada por Naciones Unidas para concientizar sobre la situación de las víctimas del tráfico humano y para promocionar y proteger sus derechos.
La trata de personas ha superado ya, en su impacto y capacidad de daño social, al tráfico de armas, y se ha posicionado como el segundo proveedor de recursos económicos de la delincuencia organizada en el mundo. Es un delito que trasciende fronteras, que muta, se adapta y se extiende con facilidad.
Para movilizar a la opinión pública mundial contra este flagelo, la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD) ha lanzado la campaña Corazón Azul. La campaña está abierta a todo aquel que quiera participar y llevar el CORAZÓN AZUL como símbolo de su apoyo a la lucha contra la trata de seres humanos. Este año 2024 tiene como lema: “No podemos dejar a ningún niño o niña atrás en la lucha contra la trata de personas”.
Después de la pandemia COVID-19, se han producido cambios sustanciales en la dinámica del delito y es necesario reconocerlos para mejorar la lucha contra esta forma de grave violación a los derechos humanos.
- Cambios en las formas de captación. Han ganado terreno las formas de captación que operan a través del mundo virtual, de las redes sociales y de los juegos en línea.
- Cambios en las formas de explotación. La explotación sexual hoy también se lleva adelante a través de plataformas online, como OnlyFans o similares, que son nuevas formas de explotación sexual que atraen cada vez más a adolescentes y mujeres jóvenes; desarrollan los mismos patrones de la prostitución y la pornografía, reproduciendo la violencia sexual hacia las mujeres, con las formas de dominación masculina «más atroces».
- Retrocesos en las políticas de enfrentamiento, debido al debilitamiento de los Estados y el fortalecimiento de las estrategias de saqueo de los mercados que han generado un incremento de las condiciones materiales y subjetivas necesarias para el incremento de la trata de personas con diferentes fines de explotación y un debilitamiento de las políticas públicas y de las posibilidades de acción de la sociedad civil para enfrentar con éxito la lucha contra la trata de personas.
En Perú, nuestra Congregación tiene un serio compromiso en la lucha contra este flagelo que, socava lo más profundo del entramado social, y afecta de tal manera a las víctimas que la sufren, que son muchos y grandes los esfuerzos que se requieren para garantizar la sobrevivencia de las personas afectadas por este cruel delito.
La Congregación forma parte de la –Red Kawsay-, Comisión Permanente de la CONFER (Conferencia de Religiosas y religiosos del Perú) y es a través de ella, en red de redes con la CLAR, Talitha Kum Internacional, Observa la Trata, Red Clamor y otros organismos nacionales e internacionales, que vamos generando diferentes espacios para afrontar esta cruda realidad.
Como Red Kawsay trabajamos en 4 campos: Prevención-Concientización-Capacitación, Incidencia, Acompañamiento y Atención de las víctimas y sobrevivientes. Como Hermanas nos unimos directamente a las dimensiones de prevención, concientización, capacitación e incidencia, y apoyamos ocasionalmente el acompañamiento y la atención a víctimas y sobrevivientes.
En la selva, en los caseríos y centros poblados ribereños del Ucayali Medio, donde desarrollamos nuestra misión de acompañamiento pastoral-social, realizamos un trabajo permanente con los pobladores y de manera más especial, con los alumnos y alumnas de las escuelas y centros educativos.
Los tratantes no duermen, por eso no bajamos la guardia ante este flagelo que roba sueños y destruye vidas.
Con todas y todos los que luchan por la dignidad decimos: ¡ALTO A LA TRATA DE PERSONAS!
Hna. Isabel Miguélez, CCV