Preparación de los votos perpetuos. Primer paso: la experiencia en Kimwenza-Kinshasa

Habitualmente tras finalizar la primera etapa de nuestra formación religiosa, la congregación organiza una serie de intensas formaciones para poder profundizar en el sentido de la vida religiosa para iniciar otra etapa, la del compromiso definitivo con la vida religiosa.

El primer paso que se da de esta experiencia vivida va del 3 de noviembre al 21 de diciembre de 2023 en el Centro Espiritual Manresa de Kimwenza-Kinshasa, donde hemos estado muy felices.

Durante este período, recibimos lecciones de diez módulos que nos permitieron comprender con qué queremos comprometernos y una invitación a tomar más conciencia de nuestra experiencia diaria.

El sentido de la vida religiosa nos invita a dar lo que somos, a amar universalmente y a decidir que los demás crezcan y sean mejores. La vida fraterna en sí misma es un lugar de alegría, celebración, oración, puesta en común, intercambio, acogida, apertura, humildad y, sobre todo, perdón dado y recibido. A través de todos estos elementos, es importante evaluar y mejorar la calidad de nuestra vida espiritual.

También recibimos una invitación al buen manejo de nuestro patrimonio cuidando los bienes que tenemos como son: bienes materiales, morales y espirituales teniendo en cuenta los dos polos que se basan en los bienes de las personas con sus cualidades, sus talentos. , respeto, dignidad pero también defectos y límites.

El autoconocimiento como cualquier base nos ha permitido conocernos a nosotras mismas y tener confianza en nosotras mismos y en los demás. Ciertamente, nos han dicho que este autoconocimiento es la clave para gestionar bien nuestra afectividad y tener el coraje de romper con ciertas relaciones inútiles.

En cuanto al sentido de pertenencia y apostolado dentro de nuestra congregación, se trata primero de saber quién soy, es decir nuestra identidad como religiosas carmelitas a través de nuestro testimonio de vida que nos identifica con nuestro carisma y nuestra espiritualidad. Esta identidad nos hace pertenecer a una familia, a una congregación y a un grupo. La doctrina social de la Iglesia nos llama a aspirar a los derechos y a la protección de todas las personas vulnerables, y esto debe convertirse en nuestra segunda naturaleza, que nos guiará para poder ver, juzgar y actuar.

A lo largo de este tiempo recibimos enseñanzas, tuvimos momentos de oración personal y comunitaria, así como el apoyo del responsable del centro, el padre Gauthier Malulu, sj.

En definitiva, esta maravillosa experiencia nos permitió reexaminar nuestra vida desde nuestro ingreso en la congregación hasta nuestro compromiso definitivo. Por favor, téngannos presentes en sus oraciones para lograr nuestro objetivo.

Agnès Agbegnigan, Prudence Ebengo, Sophie Metelo