Una presencia que recuerda en Haití que “Dios no se olvida” de este pueblo

La Comunidad Vedruna de Fonds Parisien sigue de cerca la misión desde la vecina República Dominicana a la espera de poder regresar a Haití. La hermana Marta Peña habla de cómo afrontan estos momentos de miedo e incertidumbre. En el Día Mundial del Agua, se detiene especialmente en el proyecto de la potabilizadora.

¿Cómo vive la Comunidad de Fonds Parisien la actual situación de violencia en Haití? ¿Qué planes o previsiones tenéis para el futuro?

Vivimos la situación con incertidumbre. Sentimos los efectos físicos y emocionales que la violencia produce en la salud, pero a la vez  buscamos salidas para dar respuesta a la situación. Somos presencia viva y de esperanza y damos respuesta desde la misión educativa y sanitaria. Practicamos la escucha, la tolerancia, la ternura, la solidaridad y nos ponemos en los zapatos de la gente.

Marta Peña, a la derecha de la foto, en Fonds Parisien

Os encontráis ahora mismo en República Dominicana. ¿Cuáles son vuestros planes para el futuro inmediato?

Lo que necesitamos es que el carisma siga presente a través de los laicos y laicas que van haciendo camino con nosotras, pero sentimos que necesitan mayor acompañamiento. En estos momentos estamos siguiendo la misión desde Santo Domingo. Debido a la inestabilidad que hay en Haití se nos ha pedido que salgamos del país por un tiempo. La intención es seguir acompañando nuestros proyectos; si no se puede estar en el lugar seguiremos involucradas a distancia.

La comunidad Vedruna ha estado presente en Haití desde 2006. Durante este tiempo han sacudido el país dos grandes terremotos, el asesinato de un presidente, incontables episodios de violencia… ¿Qué cambia en la actual crisis frente a otras anteriores?

Haití lleva muchos años en situación de precariedad y esto que está pasando es una agudización de esa crisis. En estos momentos pareciera que estamos en un callejón sin salida. En otros momentos había un “gobierno instituido” y hasta, inicios del 2022, la gente, bien o mal, podía moverse internamente y tenía paso “libre” en la frontera dominicana. Pero ahora no hay salida, todo está cerrado. Es como si no hubiera control sobre las pandillas. Reina la violencia, los secuestros, los atracos, los asesinatos…  Y todo esto trae como consecuencia el hambre y la miseria, las enfermedades físicas, las psíquicas y las emocionales.

La comunidad Vedruna ha llevado a cabo una labor educativa y sanitaria en Haití, pero también ha desarrollado otras labores menos habituales para la congregación, especialmente el de la potabilizadora. ¿Por qué se eligió estos proyectos? ¿Qué cambio duradero se aspira a dejar con ellos en la población haitiana?

La importancia de involucrarse en estos proyectos responde a la necesidad de entonces: no había agua potable y las mujeres, cabezas del hogar, estaban sin recursos económicos y un gran número de ellas eran analfabetas. Como cambios duraderos, es una contribución al empoderamiento de la mujer que mejora la salud de todo el pueblo.

¿Por qué se considera estratégico este proyecto?

En primer lugar, en Haití, según los estudios realizados por expertos, no hay agua potable.  Segundo, las personas en el lugar donde estamos tienen escasos recursos económicos y no pueden comprar el agua que venden las empresas. Nosotras queremos que la gente tenga vida y mejore las condiciones de vida.

Haciendo eco de nuestro documento capitular “Nacer de Nuevo”, Nº 17.3, queremos seguir presentes en Haití, junto a un pueblo donde la «vulnerabilidad se hace patente”. La gente siempre nos da las gracias por estar con ellas y ellos en la misión que llevamos a cabo; a veces nos han manifestado que nuestra presencia les recuerda que “Dios no se olvida de ellos”. Es por eso que sentimos que somos un signo de esperanza para el pueblo.