Visita a un centro de educación especial: una experiencia samaritana y de conversión

Compartimos el testimonio de Dayanne Rosales Soluco, una estudiante de 4.º de secundaria que visitó un Centro de Educación Básica Especial en Marcavelica, Perú.


¡Lo importante de ser fiel en lo poco!

Hace unos días tuve la oportunidad de visitar el Centro de Educación Básica Especial (CEBE) de Marcavelica y fue una de las experiencias más enriquecedoras de mi vida. Al principio tenía dudas sobre si realmente podría hacer una diferencia. Pero a medida que pasaba más tiempo con los niños y jóvenes del CEBE, mis dudas iban desapareciendo y sentía un ambiente hogareño, familiar.

Recuerdo a Juan Diego, el pequeño con el que estuve en toda la jornada. El contacto inicial me puso nerviosa. Sin embargo, él mismo me hizo sentir como en casa y creo que yo lo hacía sentir cómodo con mi presencia, puesto que empezó a confiar en mí. Aprendí que ellos trabajaban “mano sobre mano”, lo que significaba que debía ayudarle a realizar sus actividades. Pero, más allá de ayudarlo con sus tareas escolares, lo más importante era brindarle un espacio donde se sintiera cómodo y en confianza.

Por otro lado, estaban las diversas comisiones y equipos de trabajo: la de la oración, manualidades, refrigerio, bienvenida, etc. Cada uno de ellos se encargó de que nuestra visita fuera una experiencia muy bonita para los niños y jóvenes. Como responsable del grupo de actividades, realizamos varios trabajos pedagógicos para así poder pasar muchos momentos bonitos con los niños que en ese momento nos habían asignado. Todo fue muy alegre e interesante, realmente uno de mis mejores momentos de mi vida.

Esta experiencia cambió mi mentalidad realmente, porque a veces creemos que ayudar a otros implica grandes sacrificios, pero basta con ofrecer tiempo, empatía y disposición para marcar una diferencia. Cada acción, por mínima que sea, tiene el poder de impactar a alguien de manera profunda. Lo importante no es la magnitud del cambio que podamos generar, sino la autenticidad con la que lo hagamos. Al final, es ese momento donde descubrimos que, al dar, también crecemos como personas, aprendemos a valorar lo simple y encontramos un propósito más allá de nosotros mismos.

Dayanne Rosales Soluco

Estudiante de 4.º de secundaria, Coor. De la comunidad juvenil de secundaria