El acuerdo con las FARC (la mayor guerrilla de América Latina) debería haber traído por fin la paz a Colombia, pero la violencia de grupos paramilitares y la persecución contra comunidades indígenas y líderes ecologistas han seguido golpeando con dureza al país. Y cuando por fin parecía que los desplazamientos de población serían, por fin, una estampa del pasado, la oleada de refugiados llegados de Venezuela ha devuelto a las calles imágenes que nadie esperaba volver a ver.
En el tercer domingo de Cuaresma, el JRS (Servicio Jesuita a Refugiados) propone Colombia como destino para «viajar con Jesús y los desplazados por la fuerza», en un itinerario desde el desierto hacia la Pascua, con la propuesta del perdón y la reconciliación como vñua de escape al círculo vicioso del odio y la violencia.