El año jubilar 2025 fue inaugurado con el Jubileo del Mundo de la Comunicación durante los días 24, 25 y 26 de enero. Por primera vez en la historia, se celebró un evento de este tipo dedicado a comunicadores: periodistas, redactores, empleados de los medios de comunicación, sacerdotes y miembros oficinas de comunicación, religiosos y laicos, se reunieron por centenares en Roma para participar en las actividades propuestas para poner en valor su labor en relación con la Iglesia. Después de estos eventos, entre los días 27 y 29 de enero se celebró una conferencia para los presidentes de las comisiones episcopales de comunicación, directores de oficinas de comunicación social, y coordinadores internacionales de comunicación de congregaciones religiosas.
Nuestra coordinadora de comunicación, Agustina Gómez, tuvo la gran oportunidad de participar en los eventos públicos del jubileo y en la conferencia, a lo largo de seis intensos días: hoy nos comparte su crónica.
“Comunicar es salir un poco de uno mismo para compartir lo mío con el otro. Y comunicar no es solo salir, sino también encontrarse con el otro” – Papa Francisco
Fuente: Vatican.va
Ser católicos es, por definición, ser personas con esperanza. Ante toda evidencia, ante todo pronóstico, seguir confiando. El lema de este jubileo, “Peregrinos de la esperanza”, a los comunicadores nos interpela concretamente para crear un mundo mejor con las herramientas que mejor manejamos: nuestra capacidad de contar historias, que son lo que nos conecta con las personas.
Este fue el mensaje que hiló todos los eventos del jubileo, tanto los públicos como los de la conferencia: la esperanza de que podemos hacer un mundo mejor, desde donde estamos, siendo quienes somos, resonó en las palabras de todos los ponentes.
Jubileo del Mundo de la Comunicación
Liturgia penitencial

Todas las cosas importantes necesitan una preparación. El camino jubilar que empezamos a recorrer el 24 de enero requería un corazón abierto, dispuesto a recibir con humildad y agradecimiento. Por ello, fue muy especial comenzar el programa del Jubileo con este encuentro dedicado al sacramento de la reconciliación.
En la imponente Basílica de San Giovanni in Laterano, resplandeciente en la noche invernal, se celebró la liturgia penitencial y misa en honor a San Francisco de Sales, patrón de los periodistas; también se expuso una reliquia del corazón del santo para la ocasión. Más de 60 sacerdotes estaban a disposición de los peregrinos para confesar en diferentes lenguas. El ánimo excitado e ilusionado aquí tuvo la oportunidad de serenarse y dar dimensión a la experiencia que estaba comenzando.
Peregrinación a la Puerta Santa
La Puerta Santa es el símbolo más característico del Jubileo, el camino dedicado para atravesarla. El sábado 25 de enero, los peregrinos partimos muy temprano desde la Piazza Pia en dirección a la Basílica de San Pedro. Desde las 8 de la mañana, un grupo lingüístico tras otro iba avanzando siguiendo la cruz y orando en los distintos idiomas. Fue conmovedor recorrer la Via della Conciliazione a medida que el sol iba iluminando la fachada de la basílica, y llegar por fin a la Puerta Santa rodeada de peregrinos que compartían mi emoción.
Encuentro cultural con María Ressa y Colum McCann
Después de la peregrinación hasta la Puerta Santa y recorrer el imponente interior de la Basílica de San Pedro, fuimos dirigidos al Aula Paolo VI. Allí, miles peregrinos nos sentamos cómodamente en un espacio impresionante, y experimentamos en carne propia la amplitud de la Iglesia universal: más de 139 nacionalidades distintas se encontraban allí reunidas.
Allí tuvo lugar una mesa redonda moderada por el periodista italiano Mario Calabresi, con la intervención de María Ressa, periodista filipina, Premio Nobel de la Paz en 2021 y directora de la plataforma Rappler; y Colum McCann, escritor irlandés y cofundador de la red Narrative 4, una organización que fomenta la narrativa con la narración de historias. Siguiendo el lema del Jubileo, todos los oradores trataron el tema de la esperanza en la comunicación, señalando que la narración del mal no puede ocupar todo el espacio disponible, y que nuestra misión es hacer el contrapeso de una narración esperanzada.
Maria Ressa invitó a la reflexión sobre la crisis de la democracia y los peligros de la manipulación por internet. Periodista de investigación, ha sido durante décadas el blanco de ataques del expresidente filipino Rodrigo Duterte. Por su labor informativa, ha recibido importantes distinciones, desde la UNESCO hasta el Premio Nobel de la Paz en 2021. En su discurso, compartió con cercanía y naturalidad su punto de vista en cuanto al momento de rápidas transformaciones que estamos viviendo, y el rol de los periodistas en él. Fue especialmente impactante escucharla decir que:
“La violencia online es violencia real. La una alimenta la otra”.
Colum McCann, por su parte, hizo una reivindicación del poder de las historias y narrativas, especialmente en el mundo actual, ya que esto es lo que nos revela la humanidad en los otros.
“Si vivimos en tiempos de ruptura, entonces el nuevo tema debe ser la reparación.”
El escritor invitó también a la acción, ya que el cambio no se produce solo con la recepción de las historias, sino con el movimiento que estas desencadenan.
Después de las intervenciones, disfrutamos de un pequeño concierto del maestro Uto Ughi, uno de los grandes exponentes de la escuela violinística italiana, acompañado de su orquesta. Arropado por los últimos compases llegó finalmente el Papa Francisco, quien eligió abreviar el discurso de 9 páginas que tenía preparado, para compartirnos sucintamente la esencia de lo que quería decir: lo que hacemos los comunicadores importa. Hagámoslo de verdad, y siendo verdaderos nosotros mismos.
Posteriormente, el Santo Padre bajó del escenario y recorrió los pasillos saludando a los asistentes. Fue un momento emocionante, en el que la energía y la ilusión borboteaban por la sala, y los participantes, todos comunicadores, incluso se subían a las sillas para obtener una foto del Papa al pasar por su lado.
En la tarde del sábado se celebraron los encuentros “Diálogos con la ciudad”: un amplio programa de conferencias en distintos lugares de Roma, dedicados a diferentes temas. Yo asistí al coloquio titulado “Periodismo al servicio de la democracia”, donde más de 10 ponentes del mundo periodístico italiano expusieron diversas reflexiones sobre el oficio, los roles y las oportunidades actuales.

Santa Misa en la Basílica de San Pedro
El Jubileo terminó por todo lo alto el domingo 26 de enero, con la celebración eucarística en la Basílica de San Pedro. Fue presidida por el Santo Padre, y en ella fueron instituidos 40 nuevos Lectores.
Fue una Eucaristía emocionante, en la que los numerosos asistentes se involucraron con sus diversas lenguas en la celebración del Domingo de la Palabra de Dios, uniéndonos todos en oración. La larga procesión de sacerdotes y obispos concelebrantes, y el cierre de la ceremonia con el himno del Jubileo interpretado por el coro, fueron algunos de los momentos más destacados.
Conferencia Mundial de Comunicadores Institucionales Católicos
La experiencia jubilar no concluyó para mí con la Santa Misa. El lunes 27 comenzó la conferencia para directores de comunicación de congregaciones y conferencias episcopales, organizada por el Dicasterio para la Comunicación de la Santa Sede, en colaboración con el Dicasterio para la Evangelización.
Fue para mí un gran honor formar parte de los 200 participantes de distintas partes del mundo, y tener la oportunidad de poner en práctica aquello a lo que nos animó el Santo Padre en la audiencia en el Palacio Apostólico:
«Hermanas, hermanos, el desafío es grande. Por lo tanto, os animo a fortalecer la sinergia entre vosotros, a nivel continental y a nivel universal. Construir un modelo de comunicación diferente, diferente en el espíritu, en la creatividad, en la fuerza poética que viene del Evangelio y que es inagotable. Comunicar siempre es original. Cuando nos comunicamos, somos creadores de lenguajes, de puentes».
Fuente: Vatican.va
Disfrutamos de numerosas e interesantísimas conferencias, en las que profundizamos sobre los temas presentados en el encuentro cultural con María Ressa y Colum McCann: los riesgos de la desinformación, la importancia de encontrar la humanidad del otro a través de contar historias, cómo poner al Señor en el centro de nuestra comunicación… También tuvimos numerosos ejemplos de buenas prácticas, que fomentaron la inspiración para nuestros respectivos trabajos. Además, realizamos varios trabajos en grupos reducidos: un gran ejercicio de sinodalidad donde aterrizamos juntos las distintas ideas compartidas.
Reflexiones tras el Jubileo
Fue interesantísimo y tranquilizador, ver que la Iglesia mundial, a nivel macro, se está enfrentando a los mismos desafíos que nuestra congregación. ¿Cómo integrar la diversidad de los miembros en un marco común, anular las particularidades que definen las diversas personalidades? ¿Quiénes somos como comunicadores de la Iglesia? ¿Cómo lograr que nuestro mensaje llegue a donde es necesario, sin que se desvirtúe para ello? Encontrar en la Iglesia global las mismas preguntas que nos planteamos nosotras a nivel más pequeño ha sido un consuelo tranquilizador: no estamos solas.
La segunda idea con la que me quedo es que la comunicación es una misión. Y eso implica acción: conlleva actuar, para generar un cambio, que siempre irá vinculado a la esperanza. La comunicación católica debe ser específica y particular, atendiendo a lo característico del nivel local, de modo cercano y auténtica. Y el rol de los comunicadores es el de ser contenedores de una verdad mayor que nosotros, no proveer el contenido; igual que la esencia de la profesión de periodista es plantear preguntas, no promulgar respuestas.
Por último, y sobre todo, los católicos tenemos buenas noticias para compartir. Tenemos LA Buena Nueva. Y es nuestra responsabilidad y deber usar las redes que existen para transmitirlo: ir allí donde está la gente para contárselo, y no dejar que estas se llenen solo con el mal. Al final, como toda herramienta, los medios de comunicación y las redes sociales son capaces de hacer mucho bien o mucho mal, según la intención de quien los utilice.
Concluí mi formativa estancia en Roma con esperanza renovada: en la Iglesia, en mi profesión y en este momento de la historia. Decía al principio que es natural de la persona católica creer en un mundo mejor, y estar rodeada de tantas personas con las que comparto mi fe fue la confirmación de esto. Pero también fue un buen recordatorio de que, como todos, desde su sitio, los comunicadores tenemos la responsabilidad de involucrarnos para crearlo y defenderlo.
Por último, esta crónica no estaría completa sin varias menciones especiales: a los incontables voluntarios del Jubileo, que posibilitan eventos de esta magnitud a través de su amabilidad, disponibilidad y simpatía. A las amigas espontáneas con quienes compartí experiencias de estos días, unidas por el entusiasmo y las ganas de descubrir. Y, sobre todo, a las Hermanas de la Casa General, que me acogieron durante mi estancia haciéndola cómoda y profundamente agradable.
Agustina Gómez, coordinadora de comunicación