Doscientos años después… de la carta fundacional

El 19 de diciembre de 1825, Joaquina escribía al obispo Corcuera pidiendo permiso para fundar la Congregación.

Hoy, dos siglos después, nos preguntamos si lo que ella proponía sigue teniendo sentido para nosotras, las Carmelitas de la Caridad Vedruna. Vamos tomando conciencia de ser parte de una Familia más amplia. En este camino, necesitamos dar pasos del ‘yo’ al ‘nosotras’, de la autorreferencialidad a la reciprocidad que enriquece y fortalece la diversidad de grupos en torno al carisma: un don que pertenece a toda la Iglesia y es para el mundo (NdN 26).

Algunos sueños hoy nos habitan y nos mueven, nacidos de una mirada contemplativa de la realidad, con el corazón atravesado por la vida de la humanidad, con sus sufrimientos y alegrías, que también son los nuestros. Por ello decimos hoy a Joaquina:

Seguimos tu mismo sueño, Joaquina: trabajar por la gloria de Dios y el bien del prójimo. Conscientes de que Dios es glorificado cuando cada ser humano tiene vida, sentimos que nuestra misión sigue siendo hacer presente el Reino prometido a los pobres, allí donde estemos, siguiendo a Jesús en comunidad de hermanas.

Fuiste una mujer profundamente atenta a la realidad. Sabías que muchas jóvenes pobres no tenían medios ni lugar en los conventos de pobreza, y les ofreciste un camino alternativo, centrado en un corazón abrasado por el amor a Dios y al Buen Jesús. Hoy nos desafías a vivir una Vida Religiosa humilde y humanizadora, cercana, profética, inclusiva, fraterna y sororal, nacida de un corazón palpitante por el Dios encarnado en Jesús.

Mujer de la Iglesia, pediste permiso para fundar y propusiste con claridad un proyecto sostenible: Abrazar en mi casa algunas jóvenes que, con su trabajo y algunas limosnas, podrán mantenerse y abrazar la pobreza. Para ti, Joaquina, la sostenibilidad tenía sabor a hogar, a sencillez y a responsabilidad compartida. En eso seguimos, avanzando hacia una conciencia ecológica, tejiendo redes a favor de la vida, en complicidad evangélica y carismática. Queremos seguir abrazando la pobreza —la nuestra y la de nuestra gente— comprometiéndonos en la lucha contra todas las pobrezas que siguen destruyendo la vida.

Nos inspira ver cómo nunca actuabas sola: Esto lo pido con permiso de mi padre confesor y otros de espíritu. Hoy te reconocemos como mujer sinodal, porque en esa expresión —»otros de espíritu»— están las personas laicas que, junto con nosotras, formamos un único y diverso “nosotros”. Con ellas aprendemos a discernir hacia dónde la Ruah Santa nos conduce como Familia.

En eso estamos, Joaquina, reavivando tu legado por el bien de la humanidad. Y en estos tiempos de reestructuración, con el Papa León XIV descubrimos que la caridad —raíz de nuestra identidad— es una fuerza que transforma la realidad, una auténtica potencia histórica de cambio. Que esta fuerza transforme hoy nuestra realidad congregacional y nos haga mujeres portadoras de cambio.

Que contigo Joaquina, Dios nos guarde en su Corazón, en ese amor que nunca dice basta ni sosiega hasta abrasar.

¡Gracias, Joaquina!


Hacemos un ejercicio de imaginación para acercarnos a Joaquina de Vedruna  el 19 de diciembre de 1825, en el momento en que escribió la carta al obispo Corcuera pidiendo permiso para fundar la Congregación Hermanas Carmelitas de la Caridad Vedruna. 

Las palabras con las que viajamos a ese momento se encuentran en el Cuaderno CCV Joaquina abraza la pobreza y toma partido por los pobres de su tiempo, escrito por Yolanda Moreno, ccv.