El 21 de septiembre se celebra el Día Internacional de la Paz, fecha que las Naciones Unidas dedican a conmemorar y fortalecer los ideales de paz entre todas las naciones y pueblos del mundo.
En 2025, esta fecha tuvo por lema “Actúa ahora por un mundo pacífico”, para fomentar la acción personal a nivel local, ya que la paz se construye entre todos. Así, se compartieron varias recomendaciones de acciones que cualquier persona puede hacer para fomentar la paz en su entorno:
- Entablar conversaciones sobre la necesidad urgente de promover el entendimiento, la no violencia y el desarme
- Hacer voluntariado en comunidad
- Escuchar voces distintas a la propia
- Desafiar el lenguaje discriminatorio
- Denunciar el acoso
- Verificar hechos antes de publicarlos en redes sociales
El número 37 de nuestra revista de reflexión, Diálogo y Encuentro, trató este mismo tema de candente actualidad, ya que se titulaba “La paz, fruto de la justicia”. Un tiempo atrás compartimos uno de sus artículos,
Hoy compartimos uno de los artículos de la sección Dando pasos. En él, la Hermana Begoña Fernández escribe desde Colombia, y habla de una acción clave para construir la paz que está al alcance de todas las personas: el abrazo.
El abrazo, un aporte para la paz
Se cruza conmigo por la calle del barrio un niño pequeño que, con una sonrisa me dice «Adiós, hermanita». «Adiós, cariño», le respondo y, sorprendido me dice: «yo no soy cariño, soy Juan Carlos». Me hace reír, pero me deja pensando. Seguramente nunca ha oído en su casa esa palabra o alguna parecida. Tal vez, le han dirigido otras, no muy bonitas, que no las nombro, pero que con frecuencia las oigo, unidas a veces a duras advertencias como “ Te estropeo”, “Te voy a arrodillar”, “Te doy con la correa”…. Y lo peor es que no son sólo amenazas.
Sabemos que la paz empieza en el corazón de cada uno y el niño aprende en el hogar, al calor de la familia las actitudes de paz que le formarán para ser una persona de bien, capaz de sembrar paz a su alrededor. En nuestro entorno, el machismo y el maltrato infantil son problemas que todavía están lejos de ser superados. A veces, hasta en la escuela, se puede ver el ”rejo” (1) sobre la mesa de la maestra.
Un sacerdote amigo hizo una vez un gesto simbólico. Pidió que le regalaran los “rejos” que veía colgados en la pared de muchas casas que visitaba, en un pueblo del Chocó. El día de Navidad, en medio de un compartir festivo en la plaza, encendió una pequeña hoguera donde quemó todos los rejos, con el asombro de las madres y el regocijo de los niños.
Quibdó, la capital del Chocó, donde vivimos las Hermanas, es una ciudad donde la violencia parece no tener fin. Cada día se recibe con dolor la noticia del asesinato de algún joven. Ya se ha hecho tan habitual, que ni siquiera llega a ocupar un espacio en ningún noticiero. Los barrios están dominados por bandas delincuenciales que extorsionan, roban y matan y crean fronteras invisibles que no se pueden traspasar sin correr un serio peligro.
«Estamos convencidas de que nuestro aporte a la paz pasa por el trabajo con las familias«
Los niños, que han vivido el abandono, la soledad y el maltrato, son captados fácilmente por estos grupos que los utilizan, primero como “campaneros”, pero pronto se ven en posesión de un arma que les hace sentirse grandes, capaces de enfrentarse a una sociedad que les ha negado lo que más necesitaban: el cuidado, el afecto y la ternura.
Para nosotras, es especialmente doloroso ver a jóvenes, que hemos conocido desde niños, caer en estas redes de violencia, siendo muchas veces, las primeras víctimas de ellas. Por eso, estamos convencidas de que nuestro aporte a la paz pasa por el trabajo con las familias, tan rotas con frecuencia.
El trabajo es lento, pero poco a poco, vemos mamás que comprenden que la correa es sólo para la cintura y el rejo para el fuego y que, de rodillas, sólo debemos estar ante Dios. Se dan cuenta de que no deben replicar con los niños la forma en que a ellas les corrigieron y que es imprescindible ofrecerles el cuidado, el acompañamiento y el amor que necesitan para crecer.
El lema de la conferencia episcopal para el día de la familia es inspirador: “El abrazo en familia es un aporte a la paz”. Esa paz que tanto necesitamos. A pesar de la firma de paz del anterior gobierno con la guerrilla más fuerte, las FARC (2), y del esperanzador acto público de petición de perdón de este grupo, a los sobrevivientes de la masacre de Bojayá (3), todavía hay mucha presencia de grupos armados que siembran violencia, desplazamiento y muerte en varios departamentos.
«La Palabra de Dios nos da semillas de paz, que con esperanza sembramos constantemente»
Todas nuestras acciones pastorales y educativas van encaminadas a lograr esa paz en nuestro entorno creando conciencia contra el fuerte machismo reinante y contra el maltrato. La insistencia en las homilías del sacerdote, que forma parte del equipo, buscan lograr un ambiente familiar donde los niños se sientan seguros, valorados y queridos para evitar que sean el reemplazo de los delincuentes que hoy asolan los barrios de la ciudad. El impulso a los deportes, la música y la recreación buscan crear aficiones e intereses que alejen a los niños de la “escuela de la calle”. Se han creado las escuelas de fútbol y de música que ofrecen a niños y jóvenes una eficaz motivación.
La Sala de la Amistad que creó desde hace años Daniela, la misionera italiana que comparte nuestra vida, ofrece a los niños un lugar de recreación y vivencia de valores de respeto, colaboración y alegría. También pone el acento en sustituir la calle por un espacio educativo. Igualmente, la biblioteca, busca cultivar y despertar la creatividad de los niños. Abrirles nuevos horizontes y ayudarles a elevar su autoestima, superando sus lagunas y dificultades de aprendizaje.
Impulsamos un grupo de mujeres que se reúnen para leer juntas la Palabra de Dios e iluminar con ella su propia realidad familiar y social. Son, cada una en su sector, un ejemplo, siempre dispuestas a ayudar a todos. Empapadas en la vida y espiritualidad de Joaquina, ven en ella un referente de mujer resiliente y libre, modelo de esposa y madre. Las visitas a los hogares, nuestro trato familiar de vecinas que comparten sus alegrías y dificultades, crean vínculos afectivos que despiertan conciencia y esperanza. Las Eucaristías celebradas en los sectores más lejanos del barrio, con frecuencia en la calle, son un acercamiento a vecinos alejados que empiezan a participar, a ayudarse y a formar comunidad.

La Palabra de Dios, reflexionada en la pequeña comunidad que acompañamos, las catequesis a niños y jóvenes, son semillas de paz, que, con esperanza sembramos constantemente, sabiendo que no podemos mirar atrás para verlas crecer, pero seguras de que no faltará la lluvia de la Gracia, que, sin saber cómo, las hará germinar para dar el treinta, el cincuenta o el ciento por uno.
Begoña Fernández, ccv
NOTAS
1. Rejo: látigo hecho con cuero de vaca
2. FARC: Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, fue el grupo guerrillero más fuerte que firmó la paz con el anterior presidente.
3. Bojayá: Municipio donde un cilindro bomba lanzado por la guerrilla ocasionó la muerte de más de 90 personas que se habían refugiado en la Iglesia del pueblo.
La revista completa, Diálogo y Encuentro, La paz, fruto de la justicia, se puede descargar en el siguiente enlace, eligiendo previamente el idioma:
El próximo número, titulado Rumbo al Bicentenario, un recorrido por nuestros 200 años de historia, será publicado en noviembre de 2025.



