¡Felicidades Familia por estos 75 años de presencia en este país!
Con el gozo propio de lo que significa celebrar los 75 años de la presencia Vedruna en nuestro Perú este 14 de enero, con varias celebraciones, dimos por concluido este año Jubilar.
Es la vida misma que se nos llena de gozo cuando somos testigos del caminar continuo de las hermanas en este tiempo, pasos que las llevaron a diversos lugares con posibilidades de vivir nuestro carisma Vedruna, un carisma que es de todos y para todos.
Ha sido un año en el que la alegría del encuentro estuvo presente a través de signos fraternos, música, danzas, oración y acción de gracias en los lugares donde llegaron las hermanas: Sullana, Luya, Celendín, Pucallpa, Ermitaño y Pueblo Libre en Lima.
El sábado 13 de enero la comunidad de hermanas, laicado, y MJV del Ermitaño, nos acogieron organizando una jornada en la que pudimos conocer el trabajo sobre todo de mujeres en las Ollas comunes, los barrios a los que llegaron en el transcurso de los años y luego una tarde muy divertida en la que el espíritu de los jóvenes se puso de manifiesto con testimonios, dinámicas, cantos y bailes.
El domingo 14 fue la celebración de cierre del Año Jubilar, una Eucaristía celebrada por Monseñor Carlos Castillo, Arzobispo de Lima, y sacerdotes amigos, la cual reunió fraternalmente a todas las personas de los diferentes lugares del país, laicado, catequistas, exalumnas, profesores, colaboradores, amigas/os, promotores de salud, dirigentes de comedores populares, vecinos, … respirándose un ambiente fraterno que sólo teje el tiempo, la escucha, la entrega, el acompañamiento y el servicio para gloria a Dios y amor a los hermanos.
Estaba presente toda la Familia Vedruna
La urgencia sentida por la Congregación de seguir respondiendo al deseo de Joaquina de querer abrazar las necesidades de todos los pueblos, hace que surjan nuevas llamadas, y como dice nuestro último Documento Capitular, es necesario Nacer de nuevo, encontrando el deseo de caminar hacia una espiritualidad integral y ecológica, una manera de relacionarnos como arte del encuentro, una vida en misión creadora, un modo de vivir como Familia, ilusionadas por el Reino, disponibles para el cambio, contagiando esperanza, acogiendo lo nuevo con cariño, amplitud de corazón y decisión de construir. Seguro que Joaquina no sale de su asombro por nuestra apuesta a nacer de nuevo.
Esta historia continúa porque ser Vedruna es no parar, es estar atentas/os a las necesidades de los tiempos, es una invitación constante a seguir caminando.
Gina Pardo Valdespino, LV de Lima
He aquí algunos testimonios de laicos que nos acompañaron en estos eventos:
Una experiencia inolvidable, mágica y maravillosa
“Conocimos la Comunidad del Ermitaño de Lima, donde las hermanas ya van por los 48 años de presencia.
Visitamos las ollas Corazón de Jesús N° 1 y 2, también alguna de las capillas de la Parroquia: Santa Joaquina de Vedruna (en el AH San Albino) y Virgen del Carmen de San Camilo.
En la capilla de Santa Joaquina nos recibieron con cantos y conocimos diversas actividades de proyección a la comunidad realizadas por las hermanas.
Conocer de cerca, caminar y ver la realidad de los pobladores de la zona, es gratificante; muchas de nosotras sólo conocíamos estas poblaciones a través de los reportajes de los medios de comunicación. Caminar y subir cada escalón fue recargarnos de energía porque no sabíamos las nuevas actividades que hoy se plasman en una realidad concreta, un arduo trabajo de 75 años de presencia de las hermanas en el Perú.
La organización, planificación y ejecución se vieron plasmadas en esta obra que es hoy una realidad y se constituye en agente de cambio social y religioso; logrando mejorar como personas, siendo los más beneficiados los más pequeños.
Las muestras de cariño de cada poblador las pudimos observar en el abrazo fraterno y de acogida a cada una de las que nos hicimos presente”
Carolina Novoa Luy, del LV de Sullana
Somos testigos de una celebración especial
“Estos tres hermosos días de convivencia, hemos sentido el cariño con que se les recuerda a cada una de las hermanas quienes han trabajado desinteresadamente por el carisma Vedruna.
A lo largo de estos 75 años sembraron un camino, con mucho amor, involucrando a cada poblador de las zonas donde trabajaron, sintiéndose cada día parte de ellos, cumpliendo así el primer mandamiento de Dios: amar al prójimo como a uno mismo.
Como pueblo de Dios, cada uno representaba una cultura, lengua y forma de pensar, manteniendo así un dialogo reflexivo, brindando una adecuada orientación y consejería, una escucha activa porque siempre sintieron una vocación de servicio, siguiendo los pasos de nuestra madre Santa Joaquina de Vedruna.
Su carisma es la principal fuente de sabiduría, sembrando la semilla que hasta hoy perdura y que seguirá a través del tiempo”.
¡No es posible olvidar el trabajo que han realizado al pasar por cada comunidad!
Comunidad Laical “Seguidoras de Joaquina”, de Sullana