Hermanas Vedruna en Puerto Rico: un legado de amor y servicio

El pasado sábado 15 de marzo, en un emotivo acto celebrado en la casa de las Hermanas Carmelitas de la Caridad de Vedruna, la comunidad del Residencial Alejandrino rindió homenaje y despedida a las hermanas Mari del Carmen Robles y Virgenmina y Myriam Rivera, quienes actualmente representan la última presencia activa de esta congregación en Puerto Rico.

La actividad fue organizada por antiguos y actuales residentes del Residencial Alejandrino, comunidad que por más de cinco décadas fue el centro de las labores religiosas, educativas y sociales de las hermanas tras el cierre voluntario del Colegio Vedruna a finales de los años 60. Lejos de retirarse, las hermanas optaron por una experiencia radical de inmersión: convivir en igualdad con la comunidad, compartiendo sus alegrías, vivencias y necesidades.

Desde esa apuesta por el servicio en cercanía, desarrollaron una casa de acogida y formación de liderazgos comunitarios, buscando junto a la gente soluciones a las problemáticas familiares y sociales del entorno. Esta misión dio lugar a múltiples iniciativas transformadoras: campamentos de verano, convivencias y retiros familiares, actividades recreativas, obras de teatro, carnavales deportivos y encuentros culturales, todos con un mismo propósito: fortalecer el tejido familiar y social desde el corazón mismo de la comunidad.

Fruto de ese compromiso, nació también el Centro Educativo Joaquina de Vedruna, una institución que complementó esta labor mediante programas educativos integrales para niños y jóvenes del residencial y comunidades vecinas. Este centro se convirtió en un faro para combatir la adicción, fomentar el carácter, ofrecer oportunidades educativas y promover el desarrollo integral de la niñez y juventud afectada por el abandono escolar y el entorno vulnerable.

Cabe destacar también la colaboración de las hermanas con los Hogares CREA, una iniciativa clave dentro de su misión educativa y social. En alianza con esta organización, se promovieron programas de formación humana y espiritual para jóvenes en proceso de rehabilitación, brindando herramientas para la transformación de sus vidas, la reintegración social y el fortalecimiento del carácter desde una perspectiva cristiana.

El programa de horario extendido del centro ofrecía tutorías, apoyo psicosocial, talleres de arte, promoción de la lectura, actividades recreativas, biblioteca y servicios de consejería tanto para niños como para sus familias. Su impacto fue tal que logró tocar la vida de generaciones enteras de Alejandrino y zonas aledañas.

En la actividad de despedida, se dieron cita personas de distintas generaciones que han vivido en el residencial desde 1968 y que participaron, en distintos momentos, de las iniciativas de las hermanas, a quienes cariñosamente llamaban simplemente «las Hermanas». La actividad estuvo plagada de anécdotas y recuerdos compartidos por los presentes, muchos de los cuales fueron participantes directos de los programas impulsados por las hermanas. Como gesto simbólico de gratitud, se entregó un pergamino con un mensaje de agradecimiento de parte de la comunidad del Residencial Alejandrino, y una bandera confeccionada a través de un mosaico de arte, la “Monoestrellada” de Puerto Rico, reconociendo el valor de tantas hermanas que dejaron su patria para sembrarse en esta isla, y porque se les reconoce como ciudadanas distinguidas de nuestro país.

El homenaje estuvo cargado de gratitud, emociones y recuerdos compartidos. Se reconoció el valor, sacrificio y entrega con que estas mujeres sirvieron a los más vulnerables, encarnando los valores cristianos de amor, justicia y compasión.

Aunque hoy su presencia se reduce a tres hermanas, y algunas están en proceso de transición hacia otras misiones en Puerto Rico y Perú, el legado de su paso por Alejandrino permanece vivo. Sus huellas están inscritas en la historia, el corazón y la identidad de una comunidad que creció con ellas, por ellas y gracias a ellas.

¡Su partida no es un adiós, sino un testimonio de un ciclo cumplido con fidelidad al carisma de Joaquina de Vedruna, que sigue latiendo en cada vida tocada por el servicio!

José Luis Morales, exdirector del Centro Educativo Joaquina de Vedruna