El pasado día 25 de marzo se celebró el Día Internacional de Recuerdo de las Víctimas de la Esclavitud y la Trata Transatlántica de Esclavos, dedicado a homenajear y recordar a quienes padecieron estas terribles circunstancias, y concienciar sobre los peligros del racismo y los prejuicios en la actualidad. Esta fecha se celebra desde 2008, y fue elegida por la Asamblea de las Naciones Unidas para recordar que el 25 de marzo de 1807 se aprobó en el Reino Unido la Ley de Abolición de la Trata de Esclavos.
La Hna. Isabel Miguélez comparte hoy sus reflexiones sobre este asunto, inspirada por su participación en el V Curso de Formación de Líderes de Talitha Kum, organizado en Lima, Perú, por la red Kawsay, entre los días 23 y 30 de marzo. Esta edición de la formación da continuidad a la iniciativa que nació en 2018, con el primer curso de formación de Talitha Kum en Roma para formar líderes en red.
No es fácil hablar hoy día del racismo, porque es un fenómeno complejo que comprende no sólo la diferencia de color, sino otras formas de prejuicios y discriminación de personas basado en las diferencias culturales, de raza, etnia, género, lugar de origen, religión e incluso genética, derivando en una exclusión social en los contextos donde viven.
Con las migraciones actuales, tanto de un país a otro como al interior del mismo, la xenofobia y el racismo se complican mucho más, pues se manifiestan en esta realidad multitud de elementos que van más allá del color de la piel o diferente origen.
Hace unos días participé de un encuentro internacional donde nos encontramos 27 nacionalidades distintas. Diferentes lenguas, de 4 continentes, razas y colores bien diversos y, por supuesto, diferentes maneras de vivir. Con un único objetivo: trabajar y establecer redes internacionales para la erradicación de la trata de personas en cada espacio y lugar. Misión difícil, pero seguros de que, con la unión de pequeños esfuerzos, se logran grandes objetivos.
Los de origen africano y asiático pisando por primera vez un continente que los recibió como “esclavos”, cuántas preguntas, cuántos sentimientos encontrados, cuánto dolor profundo, sin expresión, pero ahí presentes.
Con algunos de ellos pude conversar acerca de ello y las lágrimas brotaban en sus ojos, deslizándose silenciosamente en el transcurrir de la conversación. Quise que se expresaran con libertad, pero no fue posible; el miedo y la rabia contenidas por sus ancestros tan duramente golpeados, explotados, esclavizados, masacrados y arrancados de su lugar y familia no se lo permitieron.
Esta rabia y dignidad pisoteadas se pueden sentir y vivir, cuando estamos en su terreno, en sus lugares y espacios de seguridad.
El testimonio de Hna. Neide Lamperti, scalabriniana, con más de 14 años en África es clave para entender hoy la esclavitud vivida desde un continente que ha sido tan golpeado, humillado, explotado y esclavizado.
Como familia religiosa comprometida con la justicia, nos corresponde denunciar todo lo que huela a discriminación de forma abierta o encubierta, siendo solidarias con quienes sufren desventajas a cualquier nivel. Estamos seguras de que la solidaridad es el único camino para salir de esta realidad marcada por una moralidad de prejuicios raciales y animadversión ética.
Lo tenemos claro en nuestros documentos capitulares y de manera explícita en “Nacer de Nuevo”:
“El cuidado de la vida nos mueve a un profundo deseo de justicia y fraternidad que nos lleva a sumarnos a las causas por la defensa de la dignidad de la persona, alentando su desarrollo pleno e integral” – NdN 19
“Asumimos y entendemos la dimensión liberadora del Carisma como un reto y una tarea compartida por toda la Familia Vedruna. Desde esta perspectiva, entendemos mejor el don de abrazar un nuevo tiempo para soñar junto a toda la humanidad nuevos espacios y nuevos lugares donde vivamos la lógica evangélica del respeto y del amor recíproco” – NdN 20
-No hay excusa para no estar en los nuevos espacios de exclusión y discriminación, si es que de verdad nos sentimos hijas de Joaquina, que con amor, tesón y pie firme entró en las periferias de su tiempo para dar respuesta al amor de Jesús que le impulsaba a vivirlo en las vulnerabilidades que le rodeaban-
Les invito a elevar esta hermosa oración pronunciada por Juan Pablo II en el Jubileo del año 2000:
«Señor Dios, Padre nuestro, tú creaste al ser humano, hombre y mujer, a tu imagen y semejanza, y quisiste la diversidad de los pueblos dentro de la unidad de la familia humana. Sin embargo, a veces no se ha reconocido la igualdad de tus hijos e hijas, y los cristianos han sido culpables de actitudes de rechazo y exclusión, consintiendo actos de discriminación por diferencias raciales y étnicas. Perdónanos y concédenos la gracia de sanar las heridas todavía presentes en tu comunidad a causa del pecado, para que todos nos sintamos hijos tuyos»
L’Osservatore Romano edición en lengua española, 22 de marzo de 2000, pág. 4
Hna. Isabel Miguélez, ccv