Entrevista a Alodia Cabañas: “Siento una inmensa gratitud por mi experiencia personal de fe vivida en el silencio”

En el número 36 de la revista Diálogo y Encuentro (ya disponible para descargar en nuestra biblioteca), profundizamos en el tema de las mujeres en la Iglesia. Por ello, tuvimos el honor de entrevistar a Alodia Cabañas.

Alodia Cabañas es una madre de familia, licenciada en economía y ciencias empresariales que, dejando el ejercicio de su carrera profesional y tras nuevas especializaciones, se dedica a impartir Retiros, Ejercicios Espirituales, cursos de meditación, proyecto de vida y crecimiento personal y espiritual.   

Colabora en la Universidad de Deusto, Bilbao. Pertenece al grupo de facilitadores del Camino de Contemplación coordinado por Javier Melloni sj.

DYE: ¿En qué consiste tu compromiso con la evangelización y qué te movió a ello?

Mi compromiso con la evangelización, como parte de mi misión y vocación, lo vivo mediante el acompañamiento a las personas en sus procesos de crecimiento personal y espiritual.

Entiendo la evangelización como una forma de hacer presente la espiritualidad cristiana en el mundo actual, especialmente en un contexto que se caracteriza por la búsqueda de sentido, la paz interior y la conexión con lo trascendente.

Este compromiso se concreta a través de la espiritualidad del silencio, en acercar a las personas, la meditación contemplativa.

La meditación contemplativa invita a una experiencia personal y directa de la presencia de Dios, más allá de las palabras y las acciones. En este espacio de silencio y recogimiento, se desarrolla una relación íntima con Dios, que a su vez genera una transformación interna. Es una experiencia vivencial que fomenta el autoconocimiento y la apertura a lo trascendente.

La meditación contemplativa es un modo de orar en silencio que puede conducirnos hacia el encuentro con uno mismo, a la unión profunda con Dios, a una relación auténtica con los demás y con toda la creación. Se trata de una experiencia de intimidad que va dotando la propia vida de sentido y coherencia. Este tipo de oración me ha permitido profundizar en el Misterio y, a partir de esta vivencia, he podido vivir el Evangelio de forma más auténtica. He experimentado que meditar no se reduce a una práctica individual, sino que invita a una transformación integral de la persona que impacta en la relación con los demás.

Mi labor fundamental consiste en facilitar un entorno de apertura y confianza en el que las personas puedan reconectar con sus propios recursos internos a través de los que ir descubriéndose y profundizar en su relación viva con Dios.

La motivación principal para comprometerme con la evangelización a través de la contemplación radica en la inmensa gratitud que siento por mi experiencia personal de fe vivida en el silencio. La relación con Dios es un motor esencial en mi vida llenándola de sentido, coherencia y serenidad. Esta relación se sostiene y nutre en el silencio. Desde ahí siento profundamente la llamada a ser testigo y compartir con otros este encuentro transformador que se gesta en el silencio y que se irradia a todos los ámbitos de la vida.

DYE: ¿Cómo responden varones y mujeres a esta oferta de espiritualidad que tu animas como mujer?

En general las mujeres tienden a mostrar una mayor receptividad hacia las propuestas de espiritualidad contemplativa que facilito, lo que se refleja en una mayor afluencia de mujeres que de varones. Pero sí que percibo que cada vez más los varones se sienten atraídos por enfoques espirituales más contemplativos en los que se cultivan valores como la acogida, el cuidado, la compasión, la atención y la escucha interna. A pesar de que estas cualidades tradicionalmente se han asociado al mundo femenino, actualmente muchos varones responden positivamente a este estilo de espiritualidad, comprometiéndose a crecer en sensibilidad.

Progresivamente, tanto hombres como mujeres tienden a responder de manera más abierta a la espiritualidad basada en la meditación contemplativa. En estos espacios, los roles de género se encuentran más difusos y la espiritualidad se ve como un espacio compartido, donde tanto hombres como mujeres pueden participar y liderar.

La práctica de la meditación contemplativa ofrece un espacio para la transformación personal que va más allá de los estereotipos de género; un espacio inclusivo donde compartir la experiencia y acompañarse mutuamente.

DYE: ¿Has sufrido algún tipo de discriminación en tu trabajo, por el hecho de ser mujer?

No he sentido ningún tipo de discriminación por el hecho de ser mujer. En todos los entornos en los que me he movido siempre he sido bien recibida, acogida y se me ha facilitado todo lo necesario para poder desempeñar mi labor.

No me he encontrado con un entorno difícil, lo que no quiere decir que los haya. Suelo ofrecer mis propuestas en aquellos espacios en los que siento que las propuestas encajan y van a ser bien acogidas.

Creo que no hay que forzar nada, que la apertura se va dando a su ritmo, que se trata de hacernos conscientes, de abrirnos a ello, de disponernos y ofrecernos con confianza y con amabilidad, para desde ahí contribuir a tender puentes de unión que permitan caminar juntos, acompañándonos mutuamente, complementándonos, caminando en comunión.  

DYE: ¿Qué significa para tu trabajo, realizarlo en red, junto a otras personas?

La oración contemplativa se basa en cinco soportes: la atención a la postura corporal, la atención a la respiración, la postura concreta de las manos, la escucha de la palabra sagrada o mantra y la fuerza del grupo. A medida que nos vamos adentrando en el camino contemplativo, experimentamos que el quinto soporte, el grupo o comunidad, es el más significativo, nos sostiene. El silencio compartido facilita la apertura a la Presencia haciéndola más palpable. 

Meditar en grupo crea un sentido de comunión y conexión. La energía y apoyo colectivo que surge cuando varias personas se unen a orar promueve una experiencia más profunda de unidad o conexión con lo trascendente. También fortalece la motivación y fomenta el compromiso personal. Esto es especialmente importante cuando se busca mantener una práctica regular. 

El grupo, la red, potencia y enriquece los procesos individuales. La presencia de varias personas, puede generar un campo energético conjunto que ayuda a profundizar la práctica individual. El estado de presencia de los participantes puede amplificarse y sostenerse mutuamente. Se crea una sinergia colectiva.

La interacción con otros en un entorno meditativo facilita también un mayor nivel de atención y entrega al momento presente.

Todo esto puedo percibirlo de forma palpable entre los participantes cuando acompaño retiros o encuentros grupales. Y también lo vivencio a nivel personal con mucha fuerza en el caminar conjunto con los compañeros de “Camino de Contemplación”. Compartir este profundo anhelo de silencio con otros y sentir que formas parte de una comunidad orante, fortalece la fe. Es por ello que siento mucha gratitud. Y esta es la fuerza de donde nace mi compromiso con el camino contemplativo.

DYE: ¿Surgen nuevas mujeres para acompañar procesos de espiritualidad?

Parece que en los últimos años se está dando un fortalecimiento del papel de las mujeres en el ámbito de la espiritualidad, con un número creciente de mujeres que acompañan procesos espirituales, no solo en contextos religiosos tradicionales, sino también en otros espacios.


Esta entrevista forma parte del nº36 de la revista Diálogo y Encuentro, dedicado al tema de las mujeres en la Iglesia. Ya se puede descargar y leer entera aquí:

Recordamos que en mayo de 2025 publicaremos nuestra nueva edición de la revista, donde exploraremos el tema de la paz. ¡Les invitamos a estar atentos y a seguir reflexionando con nosotras sobre estos temas fundamentales!